miércoles, 28 de marzo de 2007
Una de Leyendas
Mabinogion:
Esta es una recopilación de las antiguas leyendas galesas, más bien de su literatura antigua.
Estos relatos datan del siglo XI, y siempre habían sido transmitidos de generación en generación a través de la recitación oral. No fueron recopilados hasta el siglo XIV. En esta recopilación se cuentan historias legendarias de la época de la dominación romana, la invasión sajona, e incluso, lo que se considera el primer relato artúrico del occidente europeo (Kulhwch y Olwen).
Incluye los relatos:
• Pwyll, príncipe de Dyvet.
• Branwen, hija de Llyr.
• Manawyddan, hijo de Llyr.
• Math, hijo de Mathonwy.
• El sueño de Maxen.
• Lludd y Llevelys.
• Kulhwch y Olwen.
• El sueño de Rhonabwy.
• La dama de la Fuente.
• Peredur, hijo de Evrawc.
• Gereint, hijo de Erbin.
El trasfondo de estos relatos es algo controvertido, ya que estos, encuentran sus homónimos en obras de Chrétien de Troyes. Ante este hecho, existen tres posibles explicaciones:
1. Considerarlos adaptaciones galesas de las novelas de Chrétien.
2. Que el escritor Francés las utilizara como fuente.
3. O bien que exista una fuente común para los autores galeses y Chrétien de Troyes.
Esta última teoría de la fuente común, es la que más adeptos ha encontrado en la actualidad, ya que aunque presentan tramas argumentales muy semejantes, también contienen pasajes y episodios diferentes.
La narración está plagada de notas y referencias a la época en que se escribieron, lo que ralentiza la lectura.
Cabe destacar que los distintos relatos están entrelazados, y los distintos personajes, pueden aparecer en diversas historias.
Varios de estos personajes aparecen en las “Crónicas de Prydain” de Lloyd Alexander; lo que viene a ser una novelación de los mitos y leyendas gaélicos.
domingo, 25 de marzo de 2007
Fantasía Épica Nacional
Los guerreros sin rostro, aventuras de Skarrion Gunthar de Andrés Díaz:
Ya tenía yo ganas de poder leer una obra de Fantasía épica, que no estuviera “marcada” por el sello de ningún traductor. No es que desconfíe de su labor, pero es indudable que por muy bien que hagan su trabajo, la traducción no es el trabajo original del autor.
El libro comienza con la novela que da título al libro, “Los guerreros sin rostro”. Esta es una buena prueba de que las sagas interminables (trilogías, pentalogías etc...) no son sinónimo de calidad, ya que en unas escasas ciento treinta páginas, Andrés Díaz es capaz de crear un mundo que atrapa al lector desde el primer momento.
Mucho se habla de las comparaciones entre Skarrion y Conan. Es cierto que las similitudes entre ambos personajes son evidentes. Podríamos decir que Skarrion es la versión nórdica del Cimmerio. Pero personalmente, después de conocer a ambos personajes, queda claro que las similitudes son mayoritariamente físicas; ya que psicológicamente, los personajes son completamente opuestos. Y como rasgo principal, baste decir que Skarrion utiliza la cabeza para algo más que llevar el casco, utiliza el cerebro, cosa que Conan hace…en muy contadas ocasiones.
Los personajes están perfectamente construidos, a pesar de lo breve del relato. Este es uno de esos libros que sabe a poco, pero no por su calidad, sino por su longitud, y a pesar de la escasez de esta, la intensidad de la acción, aumenta con cada página.
Así, Skarrion y Camu, son aguerridos guerreros muy diestros en el uso de las armas, y Zuadar es uno de esos “malos” con los que incluso el lector llega a simpatizar.
En el caso de los dos primeros, a pesar de ser unos desconocidos, los acontecimientos hacen que entre ellos surja una gran amistad, y que al final todos los personajes reciban su merecido, y es que ambos personajes cumplen sus promesas y son muy vengativos.
En cuanto a los relatos cortos, podemos encontrar los antecedentes de la vida de Skarrion Gunthar. En el primero de ellos, a pesar de ser de los más breves, encontramos a un joven Skarrion junto a su padre, a bordo de un barco pirata. Ya desde el principio notamos que el joven es un guerrero nato, lleno de destreza y pericia con las armas.
En el relato “El señor del País verde”, Skarrion ya es un joven algo más maduro, lleno de los ideales y el descaro de la juventud; son estos mismos ideales los que lo llevan a enfrentarse a sus compañeros para evitar lo que el considera una injusticia.
En “Amor y guerra”, encontramos a un joven guerrero lleno de orgullo, que cede ante los brazos del amor, y entabla una vida honesta junto a la mujer que ama. Pero un buen día, Skarrion recibe una visita inesperada. Esta es la prueba perfecta de que el pasado está ahí, y siempre acaba volviendo.
En “Hijos de la guerra”, la narración comienza “In media res”, en mitad de la acción. Al inicio del asalto de Skarrion y sus hombres a una fortaleza.
Y a pesar de ser un mercenario, Skarrion demuestra un sentido del honor y la lealtad encomiable. Es ese honor el que le lleva a luchar codo con codo junto a sus antiguos enemigos. Junto con “La ley del hacha”, es uno de los mejores relatos del libro.
El libro concluye con otro relato “El cobarde”; que en mi opinión demuestra claramente como Skarrion, no es solo un bárbaro sediento de sangre, y más aún, que no está orgulloso de ciertos actos de su pasado, y trata de evitar que otros cometan las estupideces que el cometió, y en cierto modo marcaron su vida.
En conclusión, nos encontramos ante uno de los mejores libros de Fantasía en nuestra lengua, lo que sirve para demostrar que no siempre tenemos que recurrir a autores de habla inglesa si tenemos ganas de una buena obra de Fantasía épica. Las comparaciones con Conan…están ahí, pero tras la lectura de esta obra, queda bien claro que tan solo la apariencia física liga a ambos personajes. Skarrion demuestra ser un personaje que evoluciona, que piensa, que sabe anteponer sus principios, y lucha con honor y valentía, pero sobre todo, que piensa, al contrario que el Cimmerio.
Esta es una obra muy recomendable para cualquiera que quiera aficionarse a este género, o para lectores veteranos en busca de nuevas experiencias.
miércoles, 21 de marzo de 2007
Titus Groan de Mervyn Peake (Trilogía de Gormenghast 1):
Alguien dijo alguna vez que dentro de la literatura fantástica, existen dos grupos bien diferenciados. Los seguidores de J.R.R. Tolkien, y los de Mervyn Peake. En un primer momento me pareció una afirmación un tanto descabellada, pero a raíz de la lectura de este primer volumen de la trilogía de Gormenghast, creo que no podría haber una afirmación más acertada. Mientras que las similitudes entre la obras de ambos autores son escasas, sus diferencias son abrumadoras. La más destacable podríamos decir que es la del viaje iniciático de los personajes. Mientras que en la obra de Tolkien, se lleva a cabo un gran viaje, en la de Peake, toda la actividad transcurre dentro de la gran mole que es el castillo de Gormenghast.
El inicio de la obra es más bien lento. Peake tarda unas doscientas páginas en situarnos en la acción y presentarnos a los personajes. Tras este comentario, podría pensarse que el libro no merece la pena, o que su lectura es aburrida. Nada más lejos de la realidad, esta obra tiene un encanto superfluo. A través de su escritura, Peake nos hace sentir como si estuviéramos dentro del mismo castillo. En esos momentos es cuando uno entiende el porqué muchas veces se incluye esta obra dentro del género de novela gótica. Esos grandes castillos en la oscuridad, las murallas imponentes, el ambiente opresivo, la atmósfera depresiva…
El libro empieza describiendo el castillo de Gormenghast y sus alrededores, y sobre todo a los personajes: Sepulcravo, Gertrude, Excorio, Fucsia, Rottcodd etc… Brevemente se menciona el nacimiento del nuevo heredero de la casa Groan, Titus, que da nombre al libro. Sin embargo Titus (septuagésimo séptimo conde de Groan y heredero de Gormenghast) no es, a pesar del título de la obra, el personaje principal, es más, en la mayoría de la novela, solo aparece en contadas ocasiones (en su nacimiento, su bautizo y su investidura).
Y a pesar de que el libro carece de acción propiamente dicha, la trama atrapa al lector desde el inicio. Los distintos personajes tratan de realizar sus ambiciones, y aunque no tienen nada que ver entre sí, se ven atados a la gran mole de roca que es Gormenghast, y a pesar de ser un lugar triste y depresivo, no deja de ser su hogar. Aún más lejos, el castillo es el fiel exponente de una larga tradición que se desmorona, con zonas derruidas y deshabitadas, y grandes salas que muestran una opulencia propia de días pasados. De un pasado glorioso, y que casi nunca se visitan (La sala de las Tallas Brillantes, la Habitación de las Raíces).
Una mención especial merece el capítulo donde Peake trata la ensoñaciones de los personajes. Mediante la supresión de los signos de puntuación, el autor hace que la lectura de esta parte de la obra sea muy rápida, a la vez que frenética, como si por un momento nos encontráramos dentro de la mente de los personajes, como si fuéramos testigos de las frenéticas tribulaciones que recorren la mente de unas personalidades torturadas por su entorno y el peso de su propio pasado.
Hay un par de capítulos donde el narrador cambia bruscamente a primera persona, ralentizando la acción y la profundidad de los personajes. Al principio este hecho desorienta un poco al lector, que asiste con asombro a este súbito cambio. Sin embargo, al pasar estos capítulos se puede apreciar que la intención del autor es que nos olvidemos del gran universo que ha creado en los cientos de páginas anteriores, y nos centremos únicamente en los acontecimientos que se desarrollan en ese momento, es decir, que por unas páginas nos olvidemos de las distintas subtramas abiertas para centrarnos en lo que sin duda es una anticipación de lo que ocurrirá en los volúmenes siguientes.
En cuanto a los personajes de la obra, hay para todos los gustos, desde Lord Sepulcravo (padre de Titus) que se refugia en su amada biblioteca, incapaz de ver la realidad del mundo que le rodea, y anclado en las férreas tradiciones del pasado; su esposa, Lady Gertrude, abstraída del mundo, dedicada únicamente a sus gatos y pájaros, Fucsia, hermana de Titus, que se refugia en su inocencia infantil, y trata de suplir la falta de amor de sus progenitores a base de coleccionar objetos inservibles; las dos hermanas gemelas de Sepulcravo, Cora y Clarice, que alimentan terribles delirios de grandeza aristocráticos, y tan solo son capaces de pensar en el “poder” que deberían tener debido a su noble cuna.
Mención especial merece la figura de Pirañavelo (Steerpike). Al principio de la novela, es un simple pinche de cocina. Después de perderse una noche en los cielos y techos de Gormenghast, decide destruir el castillo (no su forma física, sus ladrillos, sus torres, sus habitaciones; sino su alma, su esencia, que no es otra cosa que la singular familia Groan). En este momento, podemos encontrar similitudes con la célebre obra de Edgar Allan Poe, "La Caída de la Casa Usher", la cual estaba erguida sobre las ruinas de un castillo y albergaba también las ruinas de una familia de noble origen venida a menos (con todas las connotaciones que esto representa).
Pirañavelo representa un nexo de unión entre las regias tradiciones del pasado, ancladas en la rígida monotonía, y el empuje de la nueva sociedad o de los jóvenes.
Y sobre todo Titus, que al principio es solo un niño y luego heredero del castillo, sobrelleva a duras penas el peso de la tradición que ya ha aniquilado a toda su familia, repleta de seres patéticos y distantes.
Las obsesiones de los personajes se repiten hasta la saciedad, y al final son éstas las que, a pesar de todo, sostienen Gormenghast. Como veíamos, es la Tradición lo que mantiene en pie el castillo. En Gormenghast el castillo absorbe la vida, pero no entrega nada a cambio y se eleva, orgulloso pero siempre frágil, sobre lo mundano y profano que es el mundo exterior (y Las casas de Barro).
Baste para justificar la rígida esencia de este mundo, una frase que encontramos dentro del libro, y que demuestra lo arraigado de la tradición y la rebelión ante cualquier cambio:
-Sólo sabían que algo estaba cambiando, cambiando en un mundo en el que el cambio era un delito.
Alguien dijo alguna vez que dentro de la literatura fantástica, existen dos grupos bien diferenciados. Los seguidores de J.R.R. Tolkien, y los de Mervyn Peake. En un primer momento me pareció una afirmación un tanto descabellada, pero a raíz de la lectura de este primer volumen de la trilogía de Gormenghast, creo que no podría haber una afirmación más acertada. Mientras que las similitudes entre la obras de ambos autores son escasas, sus diferencias son abrumadoras. La más destacable podríamos decir que es la del viaje iniciático de los personajes. Mientras que en la obra de Tolkien, se lleva a cabo un gran viaje, en la de Peake, toda la actividad transcurre dentro de la gran mole que es el castillo de Gormenghast.
El inicio de la obra es más bien lento. Peake tarda unas doscientas páginas en situarnos en la acción y presentarnos a los personajes. Tras este comentario, podría pensarse que el libro no merece la pena, o que su lectura es aburrida. Nada más lejos de la realidad, esta obra tiene un encanto superfluo. A través de su escritura, Peake nos hace sentir como si estuviéramos dentro del mismo castillo. En esos momentos es cuando uno entiende el porqué muchas veces se incluye esta obra dentro del género de novela gótica. Esos grandes castillos en la oscuridad, las murallas imponentes, el ambiente opresivo, la atmósfera depresiva…
El libro empieza describiendo el castillo de Gormenghast y sus alrededores, y sobre todo a los personajes: Sepulcravo, Gertrude, Excorio, Fucsia, Rottcodd etc… Brevemente se menciona el nacimiento del nuevo heredero de la casa Groan, Titus, que da nombre al libro. Sin embargo Titus (septuagésimo séptimo conde de Groan y heredero de Gormenghast) no es, a pesar del título de la obra, el personaje principal, es más, en la mayoría de la novela, solo aparece en contadas ocasiones (en su nacimiento, su bautizo y su investidura).
Y a pesar de que el libro carece de acción propiamente dicha, la trama atrapa al lector desde el inicio. Los distintos personajes tratan de realizar sus ambiciones, y aunque no tienen nada que ver entre sí, se ven atados a la gran mole de roca que es Gormenghast, y a pesar de ser un lugar triste y depresivo, no deja de ser su hogar. Aún más lejos, el castillo es el fiel exponente de una larga tradición que se desmorona, con zonas derruidas y deshabitadas, y grandes salas que muestran una opulencia propia de días pasados. De un pasado glorioso, y que casi nunca se visitan (La sala de las Tallas Brillantes, la Habitación de las Raíces).
Una mención especial merece el capítulo donde Peake trata la ensoñaciones de los personajes. Mediante la supresión de los signos de puntuación, el autor hace que la lectura de esta parte de la obra sea muy rápida, a la vez que frenética, como si por un momento nos encontráramos dentro de la mente de los personajes, como si fuéramos testigos de las frenéticas tribulaciones que recorren la mente de unas personalidades torturadas por su entorno y el peso de su propio pasado.
Hay un par de capítulos donde el narrador cambia bruscamente a primera persona, ralentizando la acción y la profundidad de los personajes. Al principio este hecho desorienta un poco al lector, que asiste con asombro a este súbito cambio. Sin embargo, al pasar estos capítulos se puede apreciar que la intención del autor es que nos olvidemos del gran universo que ha creado en los cientos de páginas anteriores, y nos centremos únicamente en los acontecimientos que se desarrollan en ese momento, es decir, que por unas páginas nos olvidemos de las distintas subtramas abiertas para centrarnos en lo que sin duda es una anticipación de lo que ocurrirá en los volúmenes siguientes.
En cuanto a los personajes de la obra, hay para todos los gustos, desde Lord Sepulcravo (padre de Titus) que se refugia en su amada biblioteca, incapaz de ver la realidad del mundo que le rodea, y anclado en las férreas tradiciones del pasado; su esposa, Lady Gertrude, abstraída del mundo, dedicada únicamente a sus gatos y pájaros, Fucsia, hermana de Titus, que se refugia en su inocencia infantil, y trata de suplir la falta de amor de sus progenitores a base de coleccionar objetos inservibles; las dos hermanas gemelas de Sepulcravo, Cora y Clarice, que alimentan terribles delirios de grandeza aristocráticos, y tan solo son capaces de pensar en el “poder” que deberían tener debido a su noble cuna.
Mención especial merece la figura de Pirañavelo (Steerpike). Al principio de la novela, es un simple pinche de cocina. Después de perderse una noche en los cielos y techos de Gormenghast, decide destruir el castillo (no su forma física, sus ladrillos, sus torres, sus habitaciones; sino su alma, su esencia, que no es otra cosa que la singular familia Groan). En este momento, podemos encontrar similitudes con la célebre obra de Edgar Allan Poe, "La Caída de la Casa Usher", la cual estaba erguida sobre las ruinas de un castillo y albergaba también las ruinas de una familia de noble origen venida a menos (con todas las connotaciones que esto representa).
Pirañavelo representa un nexo de unión entre las regias tradiciones del pasado, ancladas en la rígida monotonía, y el empuje de la nueva sociedad o de los jóvenes.
Y sobre todo Titus, que al principio es solo un niño y luego heredero del castillo, sobrelleva a duras penas el peso de la tradición que ya ha aniquilado a toda su familia, repleta de seres patéticos y distantes.
Las obsesiones de los personajes se repiten hasta la saciedad, y al final son éstas las que, a pesar de todo, sostienen Gormenghast. Como veíamos, es la Tradición lo que mantiene en pie el castillo. En Gormenghast el castillo absorbe la vida, pero no entrega nada a cambio y se eleva, orgulloso pero siempre frágil, sobre lo mundano y profano que es el mundo exterior (y Las casas de Barro).
Baste para justificar la rígida esencia de este mundo, una frase que encontramos dentro del libro, y que demuestra lo arraigado de la tradición y la rebelión ante cualquier cambio:
-Sólo sabían que algo estaba cambiando, cambiando en un mundo en el que el cambio era un delito.
viernes, 9 de marzo de 2007
Guardia de la noche
Este es el primer post del blog, así que para decir algo medianamente memorable, sea el juramento de la Guardia de la noche:
“—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento ... La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.” (JdT; Pág.505).
“—Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento ... La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.” (JdT; Pág.505).
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